sábado, 26 de junio de 2010

MARCHIGÜE YA TIENE UN NOMBRE EN LA POESÍA


Marchigüe siempre ha sellado su nombre en nuestro corazón por su paisaje, por su gente, por su pasado. Sus calles abiertas, su cielo de transparencia de luz, sus molinos como un reloj marcando el tiempo, su tierra generosa con olor a hierba, con olor a flores multicolores.

Ahora no nos detenemos en su plaza abierta como una mano amiga, sino que escudriñamos su pasado en las páginas de un libro, un libro de poemas: “Marchigüe y sus raíces” de Valentín A. Fajardo Ríos. Conocimos al poeta en una esquina de este pueblo, y nos quedó el eco de su voz cuando confesó que este ejemplar estaba naciendo como cada aurora.

Marchigüe llamado “pueblo del viento, lugar de tierra gredosa, azuela o herramienta para labrar maderas o pueblo de brujos” cualquiera denominación es posiblemente la cierta, para el poeta es la tierra inspiradora la que canta en su poesía.

En este momento están con nosotros a quienes el poeta rinde merecido homenaje: Laureano Cornejo, Hemiterio Ruz, Heriberto Arias, María Florencia Díaz, Carlos Cuero, Jorge Farías, Juanito Huerta, María Teresa Caroca, Serafín Anselmo, Olegario Pérez Contreras, Gonzalo Farías Vargas, José María Hurtado, Arnoldo de La Barra, profesor creador del himno primero (que ha distinguido a este pueblo) y así -tantos otros que se inmortalizan en el libro-.

Sergio Bueno

MI LENGUAJE ES EL GEMIDO



“Cantos a la muerte” de Ricardo Navia (Selección y prólogo de Julián Gutiérrez. Ediciones Santiago Inédito. Colección Margen Poniente) Antología

“Mi lenguaje es el gemido” subraya el poeta en confesión auténtica para advertirnos el camino gris y doloroso por donde avanza su trabajo creativo.

En el recital poético en la Casa del Escritor está presente en su temática –descarnada, dolida, sincera- que no escabulle enfrentarse ante la evidencia con actitud serena, meditada, tranquila, que el lector la siente y participa de este mensaje con la solidaridad de quien tiene un mismo destino.

Julián Gutiérrez, Sergio Rodríguez Saavedra, Fernando Quilodrán y lecturas de poemas por Natalia, hija del autor le dieron a esta ceremonia sobriedad y recogimiento, que agradeció emocionado Ricardo Navia, presente en la sala con su grupo familiar.



Sergio Bueno

RAMAS Y RAICES



Revista, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua corresponde al examen que se hace y publica de producciones literarias y, más adelante dice publicación periódica por cuadernos, con escritos sobre varias materias, o sobre una sola especialmente.

Las dos acepciones catalogan Ramas y Raíces dentro del concepto revista.

Esta recopilación es el producto de la perseverancia, de la huella, que deja nuestro paso, quizás lento y vacilante, por el largo y complejo sendero de la literatura. Esa voz que, lunes a lunes, se escucha en el auditorio con el mensaje que Internet ilumina el camino, la presencia del diario amarillento que también acude a nuestra ayuda y, naturalmente, la propia participación.

Pero por sobre todo, es la expresión escrita de cuánto se habla en las jornadas de lectura para perdurar, para hacerse coro con las impresiones que el lector necesitará compartir con el vecino.

Posiblemente, es el grito estentóreo que reclama un espacio en la comunidad: ¡existimos!

Quiero confesar mi profundo gozo por las emociones que me embargan en cada reunión de estas jornadas: con qué entusiasmo, vehemencia, cariño se muestra este amor por la palabra y como todos, impregnados de su encantamiento, de su hechizo logran ennoblecer sus corazones, fortalecer su espíritu y entrega nueva vida.

A estas sesiones – muy disciplinadas- llegan los escritores que dejan el mundo de su silencio en los libros de la biblioteca, para compartir su mensaje, la belleza del idioma con nosotros. Así estuvieron Ricardo Palma, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Jorge Luís Borges, Juan Rulfo, Julio Cortázar que nos hace sentir la grandeza de la América hispana, completando la visión de los escritores chilenos, conocida el año pasado.

Así la lectura es personal, cuando tenemos un libro en las manos, pero es colectiva cuando la integramos al grupo y participamos de su mensaje.

La lectura es un placer, dice la Cámara Chilena del Libro y, ya, sin duda forma parte de nuestros hábitos, pero la otra cara de la moneda – la escritura- está constituyendo en nosotros una necesidad para romper el cerco solitario, dejar testimonio de cuánto hemos visto –aquello que ha dejado de ser-, y re-vivir los días pasados con toda la emoción que significa el reencuentro con ese pretérito lejano.

Aquí estamos plenos de vigor, de envidiable dicha al entregar al conocimiento público estas Ramas y Raíces, convencidos que van a germinar en nuevas ramas y raíces que es la tierra generosa, el alma de todos ustedes.

Sergio Bueno